lunes, septiembre 28, 2015

Ellos también se cansan

“¡Paco, no te portes mal!”, al pensar que le hablaba una madre a su pequeño hijo busqué la voz de la señora, pero pronto me percaté que el hijo mal portado era un diminuto chihuahua disfrazado de calabaza, y sin embargo, no me causó sorpresa. La relación actual que tenemos con nuestras mascotas se ha visto acaparada por ropa de diseñadores internacionales, estilistas, alimentos gourmet, masajes, sesiones de spa, acupuntura,  y fiestas de disfraces.
La causa de la constante humanización de las mascotas u otros animales, deviene del antropomorfismo, es decir, darle condiciones humanas donde no las hay. ¿Te suena? Resulta ser una palabra con la cual no solemos estar familiarizados, pero que sin embargo, la usamos sin darnos cuenta todos los días.
En un estudio publicado en 2013 en la revista Biodiversity and Conservation, investigadores descubrieron que el antropomorfismo ayuda a la gente a dar sentido a sus interacciones con el mundo no humano. Pero en ocasiones el beneficio para estos animales humanizados no es bueno.
Estos pequeños seres, nos han acompañado a lo largo de la civilización humana y su valor es indiscutible. A lo largo de la historia, los hemos venerado, perseguidos, entrenados, modificados genéticamente, incluso han sido fuente de inspiración para expresiones artísticas, etcétera. Ellos están en nuestras familias como parte integral, les tenemos cariño y muchas veces, son generadores de conflictos, depositarios de deseos frustrados o catalizadores de alegrías familiares.
¿Hacemos mal?
No es raro escuchar a un dueño quejarse de los ladridos de su perro, del “mal comportamiento” al hacer hoyos, arañar, perseguir, o gruñir de su perro; y es normal escuchar un regaño al can con un largo discurso negativo respecto a lo que se refiere el bien y el mal. Los perros necesitan órdenes cortas para ser entendidas de forma adecuada, de lo contrario podemos provocarles problemas de comportamiento, como angustia, agresión u obsesión.
Aunque no todo es malo, la empatía con otras especies resulta esencial para concientizarnos y promover la protección a través de programas de conservación medioambiental. Es el pase para llegar a la población de forma emocional con el propósito de promover el amor por los animales y las especies.
En una sociedad acelerada en la que escucharse es cada vez más difícil, y donde los vínculos profundos escasean, nuestras mascotas parecen brindar todo eso que necesitamos sin saberlo. Pero al hacerlo, sometemos y hacemos primarios nuestros deseos por sobre las posibilidades reales de nuestras acompañantes, violentándolos.
Por otro lado, no todo en la humanización animal es negativo. Si aprendemos a usar el antropomorfismo como herramienta para la concientización y comprensión del reino animal,  es probable que lleguemos a tener un trato de igualdad con ellos.

Tenemos que tener la preocupación y disposición a considerar las necesidades e intereses que estos pequeños seres tienen. Las uñas pintadas, o un traje de calabaza para las fiestas de Halloween, no es la mayor preocupación de nuestra mascota.  No les hagamos daño.

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