Ellos también se cansan
“¡Paco, no te portes mal!”, al pensar que le hablaba una
madre a su pequeño hijo busqué la voz de la señora, pero pronto me percaté que
el hijo mal portado era un diminuto chihuahua disfrazado de calabaza, y sin
embargo, no me causó sorpresa. La relación actual que tenemos con nuestras
mascotas se ha visto acaparada por ropa de diseñadores internacionales,
estilistas, alimentos gourmet, masajes, sesiones de spa, acupuntura, y fiestas de disfraces.
La causa de la constante humanización de las mascotas u
otros animales, deviene del antropomorfismo, es decir, darle condiciones
humanas donde no las hay. ¿Te suena? Resulta ser una palabra con la cual no
solemos estar familiarizados, pero que sin embargo, la usamos sin darnos cuenta
todos los días.
En un estudio publicado en 2013 en la revista
Biodiversity and Conservation, investigadores descubrieron que el
antropomorfismo ayuda a la gente a dar sentido a sus interacciones con el mundo
no humano. Pero en ocasiones el beneficio para estos animales humanizados no es
bueno.
Estos pequeños seres, nos han acompañado a lo largo de la
civilización humana y su valor es indiscutible. A lo largo de la historia, los
hemos venerado, perseguidos, entrenados, modificados genéticamente, incluso han
sido fuente de inspiración para expresiones artísticas, etcétera. Ellos están
en nuestras familias como parte integral, les tenemos cariño y muchas veces, son
generadores de conflictos, depositarios de deseos frustrados o catalizadores de
alegrías familiares.
¿Hacemos mal?
No es raro escuchar a un dueño quejarse de los ladridos
de su perro, del “mal comportamiento” al hacer hoyos, arañar, perseguir, o
gruñir de su perro; y es normal escuchar un regaño al can con un largo discurso
negativo respecto a lo que se refiere el bien y el mal. Los perros necesitan órdenes
cortas para ser entendidas de forma adecuada, de lo contrario podemos
provocarles problemas de comportamiento, como angustia, agresión u obsesión.
Aunque no todo es malo, la empatía con otras especies
resulta esencial para concientizarnos y promover la protección a través de
programas de conservación medioambiental. Es el pase para llegar a la población
de forma emocional con el propósito de promover el amor por los animales y las
especies.
En una sociedad acelerada en la que escucharse es cada
vez más difícil, y donde los vínculos profundos escasean, nuestras mascotas
parecen brindar todo eso que necesitamos sin saberlo. Pero al hacerlo,
sometemos y hacemos primarios nuestros deseos por sobre las posibilidades
reales de nuestras acompañantes, violentándolos.
Por otro lado, no todo en la humanización animal es
negativo. Si aprendemos a usar el antropomorfismo como herramienta para la
concientización y comprensión del reino animal,
es probable que lleguemos a tener un trato de igualdad con ellos.
Tenemos que tener la preocupación y disposición a considerar
las necesidades e intereses que estos pequeños seres tienen. Las uñas pintadas,
o un traje de calabaza para las fiestas de Halloween, no es la mayor
preocupación de nuestra mascota. No les
hagamos daño.
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